La búsqueda de agua
limpia es tan antigua como la civilización humana. En el agua se reflejan todos
los colores de la vida, es elixir de renovación y fuente de inspiración de
poetas y artistas, el agua es la Naturaleza en movimiento, aparece y
desaparece, corre por la historia y aparece de nuevo, convirtiéndonos en
pequeños ríos que vamos arriba y abajo buscando el génesis de vida, pero, nunca
antes se había considerado al agua limpia como un derecho humano básico.
A nivel mundial,
más de mil millones de personas carecen de acceso a agua potable, y más de
2.400 millones, no poseen acceso a servicios de aguas negras adecuados. Como
resultado, actualmente en los hospitales del mundo hay más personas con
enfermedades transmitidas por el agua que con ningún otro padecimiento; en
cualquier momento, más de la mitad de las camas de los hospitales en todo el
Planeta podrían estar ocupadas por personas padeciendo enfermedades
transmitidas por el agua.
Por lo antes
expuesto es indispensable que las mujeres y los hombres desarrollemos una nueva
ética sobre el Planeta Tierra. Las raíces de la actual crisis en la que
nos encontramos atrapados los seres humanos, están en la visión que hemos
tenido acerca del Planeta Tierra: la Tierra como adversario que tiene que ser
conquistado y puesto a nuestro servicio para explotarlo satisfaciendo
necesidades reales y artificiales, como una posesión de dominio y más grave
aún, como una fuente de recursos de capacidad ilimitada, cuando en realidad no
lo es. Estas consideraciones deben servir de base a una Conciencia Ecológica
necesaria para amar, respetar, admirar, y comprender el ecosistema global que
nos permite la vida, propiciando unos valores éticos, en especial en función
del agua que aseguren la supervivencia de la especie humana, con calidad,
dignidad e integridad.
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