jueves, 4 de junio de 2015

Por una ética del agua



 




La búsqueda de agua limpia es tan antigua como la civilización humana. En el agua se reflejan todos los colores de la vida, es elixir de renovación y fuente de inspiración de poetas y artistas, el agua es la Naturaleza en movimiento, aparece y desaparece, corre por la historia y aparece de nuevo, convirtiéndonos en pequeños ríos que vamos arriba y abajo buscando el génesis de vida, pero, nunca antes se había considerado al agua limpia como un derecho humano básico.




A nivel mundial, más de mil millones de personas carecen de acceso a agua potable, y más de 2.400 millones, no poseen acceso a servicios de aguas negras adecuados. Como resultado, actualmente en los hospitales del mundo hay más personas con enfermedades transmitidas por el agua que con ningún otro padecimiento; en cualquier momento, más de la mitad de las camas de los hospitales en todo el Planeta podrían estar ocupadas por personas padeciendo enfermedades transmitidas por el agua.

Por lo antes expuesto es indispensable que las mujeres y los hombres desarrollemos una nueva ética sobre el Planeta Tierra. Las raíces de la actual crisis en la que nos encontramos atrapados los seres humanos, están en la visión que hemos tenido acerca del Planeta Tierra: la Tierra como adversario que tiene que ser conquistado y puesto a nuestro servicio para explotarlo satisfaciendo necesidades reales y artificiales, como una posesión de dominio y más grave aún, como una fuente de recursos de capacidad ilimitada, cuando en realidad no lo es. Estas consideraciones deben servir de base a una Conciencia Ecológica necesaria para amar, respetar, admirar, y comprender el ecosistema global que nos permite la vida, propiciando unos valores éticos, en especial en función del agua que aseguren la supervivencia de la especie humana, con calidad, dignidad e integridad.

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